Diversidad, tonalidades, empoderamiento, libertad… Esas son algunas de las características o sensaciones que quiero que refleje y contenga mi trabajo hacia las personas; una construcción de conocimientos, de exploración, de vivencias propias y ajenas que me han ayudado a llegar a este punto donde las personas confían en mi compañera de vida ( o sea mi cámara) y sobre todo en mí (que es lo más difícil de todo; lograr esa conexión mágica)  con ese ingrediente indispensable “la creatividad”, ese ingrediente que me acompaña y nunca me abandona gracias al don de “dejar fluir”.

 

Cada fotografía que realizo es un pedacito de mí, de mi ser, de lo que soy y lo que quiero lograr siendo una mujer con carácter, siendo independiente y sobre todo que “no se deja de nada ni nadie” Es allí donde se genera el deseo de que siga creciendo ese empoderamiento humano, sin máscaras, sin tapujos y mucho menos sin estereotipos.

 

¿Por qué no empezar desde un retrato con esencia propia? Que hable claramente por sí sola del retratado y de la mujer que retrata (en este caso siendo yo: “Daniela Quintero”). Así ha sido mi camino por esta pasión, por este sueño, estos proyectos que cada vez se construyen más; lleno de errores, claro está, algunos mágicos otros no tanto, enseñanzas que me forman diariamente, que me recuerdan al despertar que hay que meterle corazón, amor, arte y sensibilidad a cada retrato realizado para volverlo inmortal.